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lunes, 7 de septiembre de 2020

Concatenaciones / Elecciones intermedias: del cambio al detente

Fernando Irala

Con septiembre llegó el inicio de los procesos preparatorios de la elección que el próximo año habrá de definir la renovación de la Cámara de Diputados, quince gubernaturas y numerosos congresos estatales y ayuntamientos en todo el país.

El Instituto Nacional Electoral ha comenzado por calificar las solicitudes de registro de nuevos partidos, y sólo aceptó uno, la reinvención de Encuentro Social, una minúscula organización apadrinada en sus orígenes por el anterior régimen, luego despreciada  por éste y finalmente aliada para fortuna de ambas con la Cuarta Transformación.

En cambio, el INE desaprobó el partido México Libre, encabezado por Margarita Zavala, para regocijo del gobierno actual, que en el festejo puede llevar la penitencia: donde también se veía con muy malos ojos este esfuerzo de conformación partidaria era en Acción Nacional, pues evidentemente parte de su clientela iba a desbalagarse para sumarse a la nueva agrupación. Si los tribunales no le enmiendan la plana a la autoridad y persiste la cerrazón festinada desde Palacio Nacional, a fin de cuentas el beneficiario directo será el viejo PAN.

Por lo pronto, llama la atención el argumento para negar el registro del nuevo partido: que el ocho por ciento de las aportaciones obtenidas provienen de fuentes opacas.

En cambio, el órgano electoral no ha dicho ni pío de los videos circulados recientemente donde se observa el trajín de billetes entre políticos, unos que son prueba de corrupción y otros que son aportaciones impolutas, según la fuente de donde provengan.

Otros episodios de descontones y acusaciones nos esperan, pues ya se han perdido todas las formas de urbanidad y cortesía en la política. Desde el inicio del siglo y aún antes, cada proceso electoral en México es una guerra más sucia que la anterior, y cada vez se emplean más recursos de dudosa procedencia.

En ese ambiente nocivo se elegirán miles de cargos para el Congreso de la Unión y en las estructuras de los poderes estatales.

Si la decisión en las urnas de 2018 cambió dramáticamente el rumbo del país, el 2021 será la oportunidad para consolidar esa transformación o para detenerla, cuando menos parcialmente.

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