Fernando Irala

Parece una fina ironía que antes de cumplirse la primera mitad del mandato del que supusimos el régimen más fuerte de la historia reciente, se hable ya de la sucesión presidencial.

Más grave aún, que sea el propio Presidente de la República quien aliente las especulaciones, y se refiera por sus nombres y apellidos a quienes a su juicio cumplen los requisitos para aspirar a sucederlo. Como si ya todos los problemas de su gestión estuviesen resueltos y finiquitados; más aún, como si su periodo tocase a su fin.

Algunos de sus críticos identifican en muchos temas y estrategias que aborda el Presidente, el uso de distractores para apartar la atención de los ciudadanos de problemas no resueltos y de políticas erróneas que ya nos están cobrando facturas.

Es muy probable que así sea. Pero al meterse a la sucesión presidencial, al convertir el asunto en motivo de controversia adelantada, el habitante de Palacio Nacional milita contra sí mismo, da la imagen de encabezar un gobierno acabado, al que sólo le falta para terminar, nombrar heredero de lo que le queda.

En los viejos regímenes priístas, a los que el actual imita con la fuerza de la nostalgia, el presidente en turno a estas alturas estaba en la cúspide de su fuerza, se había hecho de todos los hilos del mando, y dominaba no sólo su administración, sino los otros poderes que constituyen al Estado.

Tal vez porque el actual mandatario llegó a la Presidencia con la convicción de que gobernar no tiene ciencia, no se aplicó a aprender, y en el pecado está llevando la penitencia.

Luego de toparse con resultados contradictorios en la pasada elección, que le dieron a su partido grandes victorias que desde luego no aprecia, pero que le abollaron el dominio pleno del Congreso y le arrebataron la mitad de la ciudad de México, el bastión histórico de la izquierda, hemos tenido entre otros comportamientos extraños, éste de que en el país entero se habla con mucho tiempo de anticipación de la sucesión presidencial.

Más extraño aún, como decíamos, que el Presidente haga suyas las referencias al tema.

Inexplicable abdicación temprana o plan con maña. Pronto lo sabremos. Pero como decía un amigo socarrón, no se ve con qué objeto.