Por Leopoldo Mendívil
MTRA. DELFINA GÓMEZ,
SECRETARIA DE EDUCACIÓN:
+El objetivo y la virtud de la educación
es convertirse en un buen ciudadano
Platón
A través de las redes sociales tuve acceso al documento de trabajo Marco Curricular y Plan de estudios 2022 de la Educación Básica Mexicana, sobre el cual aparentemente trabajarán las asambleas de análisis de la Nueva Escuela Mexicana, de aquí hasta el 24 de marzo.
Debo reconocer que el documento me generó más dudas que certezas. De entrada, poca difusión es la que se ha dado a la llamada Nueva Escuela Mexicana (NEM) y que -ahora sé- deriva de la contra reforma educativa emprendida por la actual administración y aplaudo su propuestas generales acerca de la formación de pensamiento crítico y solidario; el diálogo entre humanidades, artes y ciencia; así como el fomento de la integridad, los derechos humanos y la paz.
Ahora me referiré a algunos pasajes del documento en concreto. En una crítica a la educación anterior, llamémosle neoliberal, afirma que “(…) En la educación pública obligatoria ha prevalecido un discurso que argumenta las desigualdades sociales, económicas y culturales sobre la base de cualidades individualizantes como son las ‘inteligencias’, ‘competencias’, (…), que tienden a ser estandarizadas y objetos de medición para distinguir a unos de otros bajo la lógica de que existen infancias inferiores que fracasan y otras que son superiores y destacan”. Tal tipo de educación habría traído como consecuencia negativa (¿?) la formación de capital humano.
Hasta donde entiendo, doña Delfina, incluso en China se ocupan de contar con un capital humano cada vez más competente y capacitado, pues eso da a los países una mejor base para que haya personas con distintos niveles de conocimiento que aprovechen más y mejor las inversiones públicas y privadas para el desarrollo de su sociedad, con el agregado de no tener que depender del extranjero. Así que le agradeceré me explique cuál es la relación perniciosa entre la meta de contar con capital humano capaz y las infancias que fracasan, en el entendido que acepto que México es un país profunda y lamentablemente desigual, pero esa es otra historia.
Un aspecto del documento que atrajo mi atención es su dejo de crítica al ente “mestizo” como referente cultural. Estoy totalmente a favor de la inclusión, por principio humano y porque hay etnias cuyas tradiciones y valores deben preservarse y han de tener un lugar de respeto en nuestra sociedad. Pero en 2022 somos más mestizos que indígenas o afrodescendientes puros. ¿Cómo van a compatibilizar el enfoque indigenista con el resto de la sociedad que somos mestizos? La misma duda aplica para el tratamiento de otras minorías que menciona el Marco Curricular.
No me alcanza el espacio para plantearle mis dudas sobre el colectivismo versus el individualismo, sobre su extraña concepción de la evaluación y sobre su manera de enfrentar la lógica colonial. Por ello, me referiré a un último párrafo:
“(…) todo planteamiento educativo, sobre todo desde la escuela pública, es un proyecto político ya que implica una práctica humana dirigida a alcanzar determinados propósitos. (…) El currículo es un campo de batalla que refleja otras luchas: empresariales, políticas, económicas, religiosas, identitarias, culturales, por lo que es necesario señalar que no existe un currículo neutral.”
La educación nunca ha sido neutra; eso es una verdad milenaria. No obstante, le agradeceré aclarar a qué proyecto político se refiere el documento y si es el del actual partido -mejor dicho, hombre- en el poder; explíqueme cuáles son esos propósitos y si éstos suponen el adoctrinamiento desde temprana edad.
Indíqueme, por favor, dónde caben los que piensan distinto. Espero que reserven algún espacio para sus hijos, porque son un montón…
Investigación: Upa Ruiz upa@delfos.com.mx
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