Para dentro de una semana está anunciada
la novena Cumbre de las Américas, que tendrá lugar en Los Ángeles, California,
organizada esta vez, como la primera, por el gobierno de Estados Unidos.
Hace casi tres décadas que el
Presidente Bill Clinton convocó a la primera de estas reuniones, que se
desarrolló en Miami. Desde entonces se llevan a cabo aproximadamente cada tres
o cuatro años, en la sede del país que toma la presidencia del grupo, y en su realización
se involucra la Organización de Estados Americanos (OEA).
Desde la primera Cumbre y con
distintas frases, los temas recurrentes han sido el fortalecimiento de la
democracia y la prosperidad regional.
Pero si la reunión de Miami fue el
inicio de una estrategia del gobierno norteamericano para posicionarse en el
continente después de la Guerra Fría, las últimas reuniones ocurren en un
contexto internacional distinto, en que los países de la región han mostrado
una creciente independencia.
La cumbre de 2012, en Cartagena,
Colombia, transcurrió con la ausencia de algunos mandatarios en protesta porque
no se invitaba a Cuba --¿le suena a usted el dato?— por lo que uno de los
acuerdos del encuentro fue incorporar a la isla en lo sucesivo, cuyo gobierno
asistió a las cumbres de 2015 y 2018.
Cuando durante la reunión en Lima,
Perú, en 2018, el gobierno de Donald Trump aceptó la presidencia de la siguiente
cumbre, no se pensó en ese detalle. Tampoco, visiblemente, se reparó en los
casos de Nicaragua y Venezuela, y en el conflicto que implicaba no convocarlos,
luego de la batalla dada por América Latina a favor de Cuba.
Al demandar la inclusión de todos los
países y condicionar su asistencia personal a que se invite sin distinción a
todos los gobiernos, el Presidente López Obrador puso en jaque el éxito de la
cumbre de Los Ángeles.
Al gobierno norteamericano le es
imposible invitar y aceptar en su territorio a los mandatarios acusados de ser
dictadores y contra quienes tiene, en algunos casos, iniciadas causas penales.
Y al presidente mexicano también le
resultará imposible echarse para atrás una vez que planteó su reto personal.
En breve sabremos cómo desenlaza el
conflicto de una reunión que se empantanó antes de comenzar.
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