Último Momento

martes, 3 de mayo de 2022

Li-ion


Arnulfo Valdivia Machuca

No era el terreno más grande del barrio, pero era el único disponible para jugar. Hasta entonces, su propietario, Don Vitalino Quijadas, no le había puesto demasiada atención. Todo fue que vio dos niños jugando, que tuvo la mejor idea de su vida: el terreno era suyo y sólo suyo. Crearía un parque y cobraría la entrada. De inmediato, Vitalino improvisó una cerca para que nadie entrara e inició la planeación. El parque tendría el césped más verde de la ciudad y bancas en acero forjado. Para los niños pondría juegos que él mismo fabricaría y se auto compraría con jugosas ganancias. Pondría animadores especializados que le reportarían ingresos adicionales. Por ser único, la entrada  a su parque costaría 200 pesos y todos estarían dispuestos a pagarla. El plan estaba hecho, con un solo inconveniente: Don Vitalino no tenía ni el dinero para hacer nada de esto ni el conocimiento ni la fábrica de juegos ni la de bancas. Tampoco había hecho jamás un negocio. En suma, tenía el terreno pero nada sabía sobre parques. 

Un par de sus compadres se acercaron en semanas subsiguientes y al escuchar sobre el sueño lúdico de Vitalino le ofrecieron invertir para ayudarle. Uno de ellos era jardinero y el otro un fabricante de productos de metal. Don Vitalino rechazó las propuestas, argumentando que el terreno era suyo y sólo suyo, como sería también el parque. Su pronóstico era que todo estaría listo en 5 años.

 Con sus dos hijos y su inquebrantable convicción, Vitalino empezó a trabajar en su parque. Lo primero era limpiar la maleza y sembrar el pasto. Esa actividad, que debía durar un año, duró cuatro por la falta de recursos y conocimiento. A los cinco años, al menos ya había crecido el pasto. Seguía ahora fabricar las bancas. Calculó que estarían listas en un año. Vitalino empezó a aprender todo sobre forjas. Cuatro años más pasaron y aún sus combinaciones de acero se trozaban en cuanto se enfriaban. Algo empezó entonces a aparecer en el horizonte: era una rueda de la fortuna. La sangre se le heló a Vitalino, cuando a los dos días escuchó el altavoz anunciando la apertura de un nuevo parque de diversiones a cuatro calles de su terreno. Reino de Sueños se llamaba y la entrada costaba 100 pesos.

El litio, que hoy se usa para fabricar baterías es un material difícil de extraer, caro de procesar y altamente contaminante. Es por eso que se calcula que en no más de 8 años las baterías de silicón, magnesio, sodio y hasta de cáñamo sustituirán a las problemáticas de litio, conocidas como Li-ion. El parque de quienes bardearon el terreno no se terminará y se habrá perdido la oportunidad de al menos rentarlo para fiestas infantiles. Falta de visión le llaman unos; retrovisión le llaman otros. Lo cierto es que por mucho abarcar Don Vitalino jamás logró ganar. Es la anécdota mineral de tu Sala de Consejo semanal.

 @arnulfovaldivia

Publicar un comentario

 
Copyright © 2014 GUSTAVORENTERIA