Los gobiernos de
América Latina no terminan de digerir su relación con EU, cada día se les
atraganta más. En Europa; Grecia, Portugal y España supieron entender la
necesidad de aliarse con las naciones más fuertes de la región, Alemania,
Francia, Italia e Inglaterra para caminar juntos en los grandes desafíos
comunes; nuestros gobiernos en cambio no saben qué hacer con relación al vecino
más fuerte. Por siglos les sigue dando comezón EU, a los mexicanos, por
ejemplo, nos educan desde niños con un sentimiento antinorteamericano entre
otras razones; porque “nos quitaron la mitad de nuestro territorio”, omitiendo
el detalle de que un gobierno autoritario y centralista vendió los estados y
que se le pagó por ello. Lo cierto es que los gobiernos latinoamericanos hacen mucho
ruido sobre EU, mientras que, siendo honestos, en Washington ni los toman en
cuenta.
Con motivo de
la Cumbre de las Américas nuestros gobiernos quisieron jugarle a la
geoestrategia, al modulador electoral norteamericano y al chantaje. Que sí la
cumbre le costaría la elección de medio termino a los demócratas, que si el
presidente Joe Biden tenía casi que suplicar por la asistencia de los presidentes
a la reunión porque si no quedaba en ridículo, que si los necesita más que
nunca, etc. Cuesta trabajo pensar cómo un jefe de estado electo
democráticamente que autoriza billones de dólares de ayuda militar a Ucrania, que
se reune con los jefes de estado de la India y Japón para agilizar el comercio
en el pacífico o con los jefes de estado de Europa en pleno conflicto bélico, quede
mal parado porque no asista Daniel Ortega, Nicolas Maduro o Manuel Diaz-Canel. Y
todavía cuesta más trabajo entender cómo el electorado de EU pudiera estar pendiente
sí algún autócrata de la región le hace el vacío a la poderosa diplomacia
fundada por Thomas Jefferson. Los gobiernos de Latinoamérica no existen en el
imaginario estadounidense salvo cuando los arrestan por corruptos o por sus
relaciones con el crimen organizado.
Pocas veces
surge un presidente de EU con interés por Latinoamérica como Biden, lo mueve la
agenda demócrata en defensa de los derechos humanos, la migración y décadas de
experiencia política. Su moderación ha llegado al grado de escoger a la ciudad
de Los Ángeles como sede, la región con el mayor número de hispanos de todo el
país, en donde se hablan 224 idiomas con una población que proviene de 140
países. Como respuesta se ha venido encontrando con la demagogia que al mismo
tiempo que piden dinero, refunfuñan acomplejados por el poderío norteamericano.
Con EU lo que vale es venderle y comprarle bienes, fortalecer las inversiones
de su sector privado en nuestros territorios y compartir el interés por la
seguridad, la pobreza y la marginación, así como el cuidado del medioambiente;
pues pedirle dinero o pretender ponerlo contra la pared no es opción, lo que no
han entendido por décadas nuestros gobiernos que no se cansan de quedar en
ridículo.
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