La guerra en Ucrania ha desviado la atención
de la opinión pública mundial de problemas letales que ponen en riesgo la
supervivencia de la humanidad. Es cierto que, en el marco de la guerra desatada
por la invasión rusa del territorio ucraniano, también está en juego el destino
de la humanidad, sí en un acto de locura al presidente ruso, Vladimir Putin, se
le ocurre oprimir el botón rojo e iniciar una guerra nuclear, pero la pandemia
provocada por el COVID-19, también ha puesto en relieve lo que la humanidad
puede hacer cuando une sus esfuerzos para garantizar su sobrevivencia.
El COVID-19 ha provocado la muerte de más de
15 millones de personas en todo el mundo, de acuerdo a datos de la Organización
Mundial de la Salud (OMS); pero según un estudio publicado en “The Lancet”, una
revista de medicina internacional e independiente fundada en 1823 en el Reino
Unido, una de cada 6 muertes prematuras en todo el mundo está relacionada con
la contaminación del medio ambiente y en total, sólo en 2019 murieron 9
millones de personas por enfermedades relacionadas con la contaminación.
De acuerdo a “The Lancet”, 4 años después de
iniciado el estudio inicial, la situación no ha mejorado en el mundo, debido a
la mala calidad del aire y los contaminantes químicos arrojados al aire, a las
aguas y en la tierra; una vez que, después del primer informe, la situación no
ha cambiado; debido a que hoy, una de cada seis muertes prematuras en el mundo
está vinculada a la contaminación, según la Comisión de Contaminación y Salud
del “Lancet”; que en su nuevo estudio publicado en la revista científica de
medicina el miércoles pasado, afirma que la contaminación fue responsable de la
muerte prematura de 9 millones de personas en 2019.
Este balance no está mejorando,
principalmente debido a la mala calidad del aire y los contaminantes químicos,
en particular el plomo difuminado en él. La contaminación y los desechos
creados por el hombre que se liberan en el aire, el agua y el suelo rara vez
matan directamente, pero son la causa de enfermedades cardíacas graves, cáncer,
problemas respiratorios o diarrea aguda, señala la revista.
El codirector de la investigación, Richard
Fuller, precisa que, “Los efectos sobre la salud siguen siendo enormes, y los
países de ingresos bajos y medianos son los más afectados”; esos efectos
representan el 92% de las muertes y la mayoría de las pérdidas económicas
resultantes; señalando que, “La atención y el financiamiento han aumentado solo
marginalmente desde 2015, a pesar de un aumento bien documentado de la
preocupación de los responsables de la salud pública por la contaminación y sus
efectos en la salud”, precisó en un comunicado.
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