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lunes, 31 de octubre de 2022

Crónica Confidencial / Cuando desaparezca el INE…

Por Leopoldo Mendívil


LIC. MARIO DELGADO,

PRESIDENTE DE MORENA:

+La libertad suena donde

 las opiniones chocan

Adlai Stevenson

 

Si las redes sociales son un indicador, aunque sea limitado, es grande el enojo ante la amenaza de la desaparición del INE con la Reforma Electoral  lopezobradorista. En personas habitualmente desligadas o desinteresadas de los asuntos públicos y mucho más de la política, he visto múltiples reacciones.

Comparto el enojo, pero más una seria preocupación ante la posibilidad de que las funciones del INE sean absorbidas por un gobierno; y sobre todo, por éste.

Como la legalidad y la legitimidad no son asuntos que preocupen a la 4T, mucho me temo que de ocurrir tal desastre, MORENA ganaría en el 2024, pero no por buenas razones, sino por una eventual manipulación de votos, desde las localidades y a nivel nacional, para que quede constancia de quién coopera a la causa y quién manda en este país.

Adiós al sistema político abierto que, con todos sus defectos y muchos esfuerzos, hemos construido en los últimos 30 años; de faltar este sistema, la oposición, tan sana y necesaria para una democracia, quedaría prácticamente sin voz en el Congreso, dejando fuera también las demandas y visiones de las demás minorías.

La sentencia de “¡al diablo con las instituciones!” habría cobrado su última víctima con la desaparición del INE, porque la 4T no comprende que “las instituciones son los organismos sanadores de los problemas públicos” (Amartya Sen), donde todos cabemos. ¿Para qué se querría a las instituciones si lo único que cuenta es lo que diga el mesías, quien desde su finca seguiría dictando los rumbos del país..?

           

Porque una cosa es cierta: si no podemos influir en la democracia como proceso a través de nuestro voto confiable, tampoco podremos influir en la democracia como resultado, referido éste a los programas de gobierno para el desarrollo de todos los miembros de la sociedad.

Contando apenas con un puñado de legisladores de oposición, ¿cómo evitaríamos las políticas públicas fallidas y hasta los cambios constitucionales atentatorios? Sin voz, veríamos cómo se seguirían desperdiciando nuestros impuestos en dádivas, universidades ficticias y otras obras faraónicas, en vez de programas que sí contribuyeran a sacar de la pobreza a nuestros conciudadanos. Sin voz,  veríamos cómo se reconcentraría el poder más y más…

Adiós, pues, a la transparencia, tan escasa últimamente. Si no se cuenta con voz, ni con instituciones, ¿cómo exigirla? Sólo quedaría aceptar el manejo del gasto público basado en las máximas del “no somos iguales” y “se acabó la corrupción”, sólo porque un hombre lo dice y “su palabra es la ley…”

Adiós a la libertad de pensamiento y expresión ante la exacerbación del espíritu pejelover, basado en el resentimiento y la descalificación de “los otros”. Con una victoria tan apoteótica como dudosa, el pejeloverismo adquiriría carta de naturalización para condenar al silencio a los “disidentes”, so pena de la agresión multitudinaria. Ya hemos visto muestras de empleados de gobierno hostigados y de familias divididas.

Adiós a la superación individual y colectiva; nada de que los pobres pretendan dejar su condición porque el aspiracionismo entraría, en definitiva, al catálogo de los pecados capitales.

No estoy exagerando. A lo largo de estos cuatro años hemos atestiguado cómo la 4T rompe un límite tras otro; y cuando creemos que no se atreverá a dar el siguiente paso hacia el autoritarismo y la involución, lo da con más entusiasmo…

 Porque la 4T es ciega e insensible.

Olvida que la falta de libertades es lo que limita el desarrollo de los individuos; ese desarrollo que tanto pregona, pero para el que no facilita ni opciones ni alternativas. La historia nos enseña que las sociedades que sí se ocupan de las libertades individuales y sociales, son las que menos crisis y rezagos sufren. El presidente cita a Dinamarca continuamente, pero no sigue su ejemplo.

 Olvida que la democracia no es solo la voluntad de las mayorías, sino también los derechos de las minorías.      

Olvida que el diálogo libre entre visiones y pensamientos distintos es lo que fortalece a una sociedad, pues permite que cada lado conozca las necesidades del otro y así avanzan juntos. Avances que dan cauce a una sociedad más igualitaria.

Pero nada de esto interesa al inquilino de Palacio y seguidores.

Espero que a mis conciudadanos sí…

Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com

Correo: Lmendivil2010@gmail.com

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Twitter: @Lmendivil2015



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