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lunes, 10 de abril de 2023

Feministas de ocasión en la UNAM

Foto: archivo Gaceta UNAM.
Foto: archivo Gaceta UNAM.

 

Por Laura Marina Ramírez de la Corte

Paradójico, pero la elección de otra mujer, Margarita Luna Ramos, a la Junta de Gobierno de la UNAM, representó una derrota, en toda la línea, para el grupo de mujeres universitarias que han explotado, en beneficio propio básicamente, el movimiento contra la violencia de género; las supuestas feministas universitarias.

Esa votación en el Consejo Universitario reveló lo maleables que resultan tanto el discurso de género como la demanda de igualdad, indudablemente legítimos pero no en todas las voces genuino y congruente, dentro de la propia universidad.

El voto de varias consejeras universitarias: Mónica González Contró, directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas; Susana Aurora Magallón, presidenta de la Comisión de Género del Consejo Universitario; Marisa Belausteguigoitia, responsable del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM, Carola García Calderón, directora de la Facultad de Ciencias Políticas, y Mary Francés Teresa Rodríguez Van Gort, directora de la Facultad de Filosofía y Letras, relevó cómo la bandera feminista se utiliza a conveniencia en el campus, a veces para avanzar políticamente y también, en casos y momentos específicos, para desestabilizar a la UNAM.

La votación que llevó a Margarita Luna Ramos a la Junta de Gobierno obliga, por lo menos, a cuestionar la autenticidad de la convicción feminista de estas, las supuestas estrellas de la UNAM, en la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres.

Cuando tuvieron la oportunidad de apoyar a una mujer para un cargo de dirección muy relevante en la vida universitaria, actuando en bloque, todas ellas optaron por respaldar a un hombre. Cuando pudieron mostrar que su sororidad es más que un discurso, impulsando a una mujer que ha roto el techo de cristal muchas veces durante su carrera profesional y ahora podía ayudar a otras a romperlo en la UNAM, ellas votaron por un varón. Sus razones son, evidentemente, de grupo e interés político personal, algo que definitivamente pesa más que sus convicciones en materia de igualdad y eso no se olvidará entre las mujeres universitarias.

Pero el voto a favor de José María Serna de la Garza y contra Margarita Luna Ramos no fue todo. Antes, esas mismas mujeres y otras, siguiendo la línea fijada por varios hombres, dejaron correr y hasta se sumaron, a una campaña negra de insidias y calumnias contra otra mujer: Luna Ramos, orientadas a describirla como antifeminista.  Violencia política de género en su más pura expresión, avalada si no es que protagonizada, justo por las que se dicen defensoras de la igualdad de género en la UNAM.

La estrategia era clara: llenar a la ministra en retiro de acusaciones por supuestas posturas conservadoras en contra de los derechos de igualdad y libertad de las mujeres, con información fuera de contexto para generar confusión y así descalificarla, con el objetivo de apuntalar una votación favorable a José María Serna, el mismo candidato que ya había perdido, en tres ocasiones diferentes, la contienda por llegar a la Dirección del Instituto de Investigaciones Jurídicas.

Este grupo de universitarias, feministas de ocasión, ya tiene algo que escribir en sus respectivas memorias: cuando tuvieron la oportunidad de apoyar a una mujer para que la Junta de Gobierno de la UNAM tuviera una composición mayoritariamente femenina, ocho mujeres frente a siete varones, optaron por apoyar a un hombre. Con ello sellaron su fama de falsas feministas, y lo hicieron para siempre.

Por cierto, como en la definición del voto de estas falsas feministas pesaron más los intereses de grupo que la convicción a favor de la igualdad, será imposible que su maniobra se desligue de un hecho: Marisa Belausteguigoitia, la encargada de los estudios de género en la UNAM, es la esposa, nada menos, que de Luis Álvarez Icaza Longoria, el director de Administración de la UNAM, pero también uno de los precandidatos a la Rectoría que más se mencionaba, por lo menos hasta antes de esta votación, en las oficinas de la Torre de Insurgentes.

Es evidente, en la UNAM soplan vientos de sucesión.

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