José Luis Ortiz Santillán
Los sueños de millones de mexicanos sobre la gobernabilidad democrática y participativa, la lucha contra la corrupción y el fin de la impunidad, se diluyen al final del mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador. Cómo en el viejo régimen contra el que ha despotricado el presidente una y otra vez, el pagar favores y hacer a un lado a quienes forjaron su campaña a la presidencia por no ajustarse a sus compromisos y tomar en serio su papel en el gobierno, parece ser el fin de su historia y el de los sueños de millones de electores.
Cómo se puede explicar el entregarles la Secretaría de la Función Pública a sus viejos correligionarios del PRI para arreglar lo que dejaron como herencia a su sexenio, en lugar de esclareces los hechos y castigar a los culpables del saqueo del país, tal como lo señaló el presidente tantas veces. Cómo explicar el relevo al frente de la Secretaría de Economía, para dejar en el letargo la puesta en marcha de una nueva política industrial que requiere el país y los empresarios, para garantizar su competitividad internacional.
Pero el colmo, cómo explicarles a los mexicanos el nombramiento como embajador del exgobernador del Estado de Hidalgo, Omar Fayad Meneses, quien no pudo estar al margen de la “Estafa siniestra” y han sido sus colaboradores los chivos expiatorios de los millones de pesos robados al pueblo, seguramente invertidos en muchas de las plazas comerciales surgidas en Pachuca o en la residencia que el exmandatario de Hidalgo construye en Cuernavaca. Tema que seguramente escapará a las investigaciones de Santiago Nieto y el Gobernador Menchaca.
Seguramente el pago de favores por el relevo político el gobierno de Hidalgo pesa más que el argumento del presidente de pagar la solidaridad del exgobernador, por acompañarlo en enero de 2019 en Tlahuelilpan, cuando se produjo la explosión del oleoducto de PEMEX, aunque era su responsabilidad estar ahí. Acuerdos en lo oscurito, como en el viejo régimen que quiso enterrar López Obrador en su sexenio; que seguramente incluyeron el darle al exgobernador y exprocurador general de la República, Jesús Murillo Karam, su casa por prisión; lo cual no podría ser diferente, pues Omara Fayad es hechura de Murillo Karam, al igual que otros políticos hidalguenses que han aplicado la magia del Camaleón y las técnicas de los chapulines para mantenerse en el poder.
Terminará el sexenio y quizá nunca sepamos la verdad sobre las decisiones tomadas por el presidente, las cuales han hecho que más de un mexicano se sienta decepcionado. Sin duda alguna, los acuerdos en lo oscurito y el pago de favores a sus antiguos rivales del PRI y el PAN, y ahora convertidos de la noche a la mañana en militante de MORENA con el arte del Camaleón y miembros de la cuarta transformación, ocupando diversos puestos en la administración pública federal o representando a su gobierno en las embajadas, restará muchos votos en las próximas elecciones federales o incrementará el abstencionismo; cuando ser consecuente con las ideas que llegó al gobierno pudo haberle dado un mejor lugar en la historia de México.
Esta primera experiencia de MORENA en el poder debería dejar algunas enseñanzas. El próximo gobierno de MORENA, que seguramente obtendrá en 2024, debería entender que más que tener un Congreso controlado, cueste lo que cueste y con amigos del PRI, PAN y PRD postulados por su movimiento, es más importante ser consecuente frente al pueblo de México, ser coherente y mantener la firmeza de sus principios; pues de nada servirá gobernar si no se demuestra lealtad a los electores en la consecución de sus principios y en la práctica en la toma de decisiones a favor del pueblo, no de los intereses de unos cuantos hombres que forman parte de la clase política mexicana.
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