Néstor Ojeda
Recién se ha activado el
debate sobre el consumo de tabaco y el uso de vapeadores que en si mismo sería absurdo
si no fuera porque las autoridades federal y de la Ciudad de México han
determinado prohibirlos, el primero en su consumo en plazas públicas y el
segundo para su venta y distribución.
Y es que sin duda estas
prohibiciones son típicas de los niveles absurdos a los que generalmente llegan
las corrientes bien pensantes y paternalistas que bajo falsos argumentos
progresistas y con el discurso en el que esgrimen la necesidad de proteger a la
sociedad, en realidad violenta las libertades.
Veamos, de entrada si se
trata de proteger del humo a quienes, por ejemplo, transitan por el Zócalo y
distintas plazas de la Ciudad de México la prohibición no debería centrarse
sólo en el humo del tabaco, sino que debería haberse extendido a los sahumerios
de mexicanistas que pululan en esa plaza y a camiones y microbuses que llenan
de humo a su paso el Centro Histórico de la capital. O sea, el absurdo.
¿En verdad prohibir fumar en
esos espacios abiertos hará más atractivas las plazas para los visitantes?
Claro que no, se agradecería más que esos espacios sean seguros, limpios, bien señalizados,
con calles sin baches y banquetas sin obstáculos y libres de un comercio
ambulante desordenado.
Y lo importante es no mezclar
peras con manzanas, sin duda es una buena medida que haya espacios libres de
humo en escuelas, hospitales, transporte, edificios públicos, centros comerciales
y de espectáculos, restaurantes y comercios, así como la existencia de espacios
abiertos o exclusivos para fumadores.
Lo absurdo, hay que
reiterarlo, es extender la prohibición a plazas públicas y abiertas, es más, al
contrario, las autoridades deberían instalar mobiliario urbano para disponer de
las colillas de los cigarrillos pues son espacios seguros tanto para no
fumadores como fumadores.
El problema es que con
medidas prohibicionistas como proscribir los vapeadores con el pretexto del
daño a la salud ni se soluciona el problema, se genera otro y se atenta contra
la libertad individual.
Va de nuevo, si de proteger
la salud de sustancias que la dañan pues entonces habría que prohibir al 100
por ciento la producción y consumo del tabaco, la mariguana, el alcohol, la
comida chatarra, con un largo etcétera y ya encarrerados pues prohibir y castigar
la anorexia o la obesidad.
Otra vez el absurdo, porque todas
las personas están en la libertad de consumir lo que deseen; se ha demostrado
en el mundo que el prohibicionismo sólo ha dado como resultados la generación y
proliferación de delitos y mayores daños a la salud de los consumidores.
Es de conservadores, no de
progresistas, tomar el camino de la prohibición. Las sociedades modernas han
tomado con éxito el camino de la regulación y la coexistencia respetuosa y
ordenada entre ciudadanos con distintos gustos, costumbres y prácticas.
Un gobierno moderno y de
avanzada promueve la ampliación de las libertades y un verdadero bienestar para
los individuos que conviven en su sociedad. Las prohibiciones absurdas son todo
lo contrario.
VUELTA INTERVENIDA
Pues sí, la guerra por el
2024 está que arde. El audio que difundió el presidente del PRI, Alejandro
Moreno, con el senador del PVEM, Manuel Velasco, ciertamente deja entrever una
amenaza de parte del secretario de Gobernación, Adán Augusto López (“El dos”), si
los diputados priistas votaban, como lo hicieron, contra la reforma eléctrica
de AMLO.
Y sí, siguió la filtración de grabaciones hechas por la impresentable Layda Sansores; ciertamente se esperaba que ayer la gobernadora de Campeche presentara una grabación contundente y demoledora tras el revire de Moreno… pero no, nomás un petardo.
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